Se alquila Plaza Municipal o ¿qué hacer con lugares disfuncionalmente polifuncionales?




La privatización de los espacios públicos es una práctica que cada cierto tiempo salta a la vista cuando surgen casos exagerados como el despropósito de realizar la Feria del Trigal en el Parque Municipal de Barranco. Como por años nos hemos acostumbrado a primero hacer y después pensar, ante la crisis de espacios abiertos, ante la ausencia de lugares preparados para ferias y afines, se arregla el problema mediante resoluciones firmadas por una subgerencia.
Los grandes centros comerciales de capital internacional se autopresentan como plazas públicas. y han ganado. Han remplazado a los verdaderos parques y plazas públicas. Basta ir un día cualquiera a uno de estos malls para ver que todos estos grandes centros comerciales son para muchos pobladores sus espacios públicos, es allí a donde se va a pasear en forma colectiva.
Como observó el arquitecto y urbanista alemán Hans Harms en su visita al Perú en agosto de este año, invitado por el Goethe-Institut Lima, los nombres elegidos de estos lugares dicen mucho. Plaza Vea, Plaza Real (un gesto sarcástico porque el lugar era conocido antes de su reconversión y rebautizo como el Centro Cívico), Mega Plaza (que en su nombre lleva toda una metáfora muy concreta de la dinámica de los malls en el mundo), Plaza Norte y Plaza Sur (que se ofrecen a la ciudadanía como los anclas alrededor de la cual esta debe gestar su vida urbana). Y podríamos continuar por largo rato. Pero estos lugares siguen siendo a pesar de sus nombres altisonantes centros comerciales asociados a lo que el sociólogo urbano Manuel Castells llama el fin de la arquitectura. Continúan siendo pseudo-plazas.
Por otro lado las plazas o parques públicos de verdad o por decreto y administrados por instituciones estatales, regionales o municipales se convierten a su vez en terrenos de uso comercial o de servicios. Son cerrados y cercados, cosa que no es necesariamente siempre negativo, mientras que se conserve su uso público y abierto. Pero el problema es que rápidamente los administradores de estos lugares olvidan su uso y misión, y el lugar termina siendo un terreno idóneo para otras actividades con objetivos muy claros para unos pero muy poco aclarados para todos los demás.
Que la flamante Biblioteca Nacional  en San Borja se convirtiese en un centro de prensa para cubrir las cumbres del 2008 ya no pasa tanto. Que el Parque de la Reserva alias Circuito Mágico del Agua haya servido como terreno para hacer una gran fiesta internacional para los líderes y altos funcionarios que vinieron al Perú para la cumbre EU/ALC del 2008 pase porque quizá sea solamente una cuestión de buen gusto. Que cobren entrada y estos ingresos se usen para la reconstrucción de otra obra de interés público pase. Qué se organizen grandes conciertos masivos ya no lo es tanto. Son estos otros usos los que preocupan.
Que  en el estacionamiento del Parque de la Exposición se instalen ferias artesanales pase. Que se cerrara totalmente por varios días el parque para la Feria de Mistura, aunque haya sido con la mejor de las intenciones ya no pasa. La consecuencia de esta polifuncionalidad se pudo ver poco después. El 8 de octubre a las 10:00pm en el Parque de la Exposición Inca Cola invitó para el gran destape con motivo de los orgullosos festejos por sus 75 años. Y poco después el 05 de noviembre, Global Televisión presentaba su nueva programación en vivo y a todo orgullo. En ambos casos el fin supremo no era fortalecer la identidad o el orgullo nacional, era comunicar el propio orgullo organizacional. Fueron hábiles estrategias de marketing y nada más.
Qué la explanada del emblemático  - palabra de moda en el oficialismo -  Museo Tumbas Reales de Sipán sirviera de plataforma para el lanzamiento de una candidatura trunca al interior del partido gobernante, es a su vez un acto emblemático pero en el sentido negativo. El hecho que un político se sienta identificado con la región, ciudad,  lugar o con el personaje histórico del Señor de Sipán no le da derecho a usar un museo de tribuna. ¿No se suponía que el concepto del museo era de ser un Museo-Mausoleo y santuario de la cultura de esa región a la cual el congresista y ex jefe del Gabinete  Javier Velásquez Quesquén se siente perteneciente? Por lo menos así se lee en la página web de dicho museo.  Queda entonces en el aire si este lanzamiento electoral fue una buena o por lo contrario solamente una hábil estrategia de marketing político.
Que la municipalidad saliente de Barranco, liderada por el Alcalde Mezarina autorizara que el parque municipal y centro del distrito sirva de terreno para la versión 2010 de la Feria del Trigal es por eso solamente un caso más. Esta feria no será una más de las pequeñas ferias a los que pobladores y visitantes se habían acostumbrado. De bajo impacto, simpáticas, sin grandes fines de lucro. ¿Dónde por ejemplo se ha considerado van a estacionar los clientes? Pero esas son preguntas prácticas de un gerente comercial. Otras preguntas igual de legítimas pero totalmente desatendidas podrían ser: ¿Por qué tengo que atravesar el caos de un mercado para llegar a mi iglesia en los días de navidad? ¿Por qué no puedo llevar mi coche de bebe a la plaza y sentarme en una de las bancas hasta que la criatura tan dulce se duerma? ¿Por qué no puedo pasear simplemente y tomar fotos si he venido de lejos al tan recomendado Barranco romántico? Son solamente tres posibilidades de muchas que tendrán que esperar con paciencia y estoicismo el final de la campaña navideña 2010.
Hemos descuidado tanto el crear o cuidar espacios que dan algo (identidad, memoria, ocio, placer, o simplemente algo para ver caminando). Y nos seguimos negando a vivir con un sentido mínimo por balance o equilibrio. Sigue siendo entonces verdad que el sentido común es el menos frecuente.
Si se necesita un espacio se invade. Eso es una práctica de convivencia ya enquistada en nuestra sociedad y en nuestra manera de ser. Es el principio del "túmbalo nomás" como diría el comercial de una conocida marca de pinturas. Una gran fiesta para impresionar presidentes o una pequeña feria gastronómica dominical, o incluso una feria cada dos meses pequeña, que apoye las industrias culturales, le dan vida a toda plaza y pueden ser una buena cosa mientras que estén bien organizadas, y cuiden el impacto. Pero estos casos que vemos día a día son desalentadores. Que cólera adelantada y que confirmación para todo aquel que practica el pesimismo urbano. Esperemos que las redes sociales funcionen.

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