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una madre con coche de bebe y niña, se prepara para cruzar |
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La imprudencia se ha tornado un hábito social. Está enquistada en nuestra manera de movernos por la ciudad. Algunos dirán que el peruano es así, odia las reglas. Pero considero que el problema no va tanto por el lado de una presunta fascinación del peruano por trasgredir como algunas veces resaltan los amigos del psicoanálisis. No somos marcianos, y en otros países también son igual o más imprudentes, o todo lo contrario.
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tres amigos conversan, la vereda no les simpatiza |
Parece ser entonces más bien una cuestión de un procesamiento social de la información particular. Es en principio un comportamiento racional en el sentido que es consciente y económico. Se desea ahorrar esfuerzo y evitar perder tiempo. Eso es muy humano, y muy natural. Sin embargo el problema radica en que se ha instaurado en el Zeitgeist urbano una fórmula
sumamente disfuncional en sus resultados finales, que puede ser comprobado visual y auditivamente a partir de las 10 pm en todos los noticieros del día. En la ecuación de las
personas mostradas en estas fotografías y en las que salen en las noticias solo parece figurar el tiempo y el camino, el
factor peligro o riesgo no es tomado en cuenta.
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no queda claro si es que ganó tiempo y si ahorró esfuerzo |
Se añade
otra regla no escrita. Pareciera que la regla de preferencia realmente
aplicada, determina que aquel que ya se encuentra en la vía tiene
preferencia sobre cualquier otro que se aproxime, sea carro a toda
velocidad, enorme bus metropolitano, tren o triciclo. Y como ya se ganó esa
preferencia a fuerza de ocupar la vía, ya no es necesario asegurarse si viene algún otro
participante del flujo vial.
Finalmente, y eso si es una falta de educación vial, pareciera existir una
incapacidad para calcular riesgos. Lo que más desearía poder haber hecho
en vez de solamente fotografiar: Preguntarle a cada una de las personas
el por qué. Muero por escuchar sus respuestas, racionalizaciones, escapadas, sonrisas nerviosas o miradas achoradas.
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